lunes, 15 de enero de 2018

El Barranco del Espino.

Buenas.
Ayer tarde aprovechando de que era domingo, nos acercamos a las inmediaciones de Puente Torres, localidad de Valdeganga. Concretamente al llamado barranco del espino.

Pues la tarde pintaba lluviosa, con nubes densas y de un color oscuro, que amenazaba lluvia. Aun así mi acompañante Guillermo me quería enseñarme este barranco, que agradezco siempre que ve algo interesante en el ámbito geológico me avise.

Pues llegamos y empezamos a caminar por este barranco, donde podíamos ver multitud de Boj con tonalidades rojizas, posiblemente por el frió, pero que les daba una belleza particular. También otras plantas típicas como espinos negros, majuelos, rosales silvestres, coscojas o encinas.
Ladera con Boj (Buxus sempervirens).
Encina (Quercus ilex)

Coscoja (Quercus coccifera).

Boj (Buxus sempervirens) con tonalidad roja.

Boj (Buxus sempervirens) con tonalidad verde.

Espino negro (Rhamnus lycioides)

Caminando ya empezábamos a ver lo que íbamos buscando, paredes calizas moldeadas por el agua, donde se podían encontrar diversos moluscos fósiles, pertenecientes al Mioceno/Plioceno.
Planorbarius.

Planorbarius.



De izquierda. a derecha. y de arriba a abajo: Rumina decollata, Iberus alonensis, Sphincterochila candidissima, Xerocrassa subrogata, Jaminia quadridens.


Yo ya conocía la existencias en otro lugares del rió Júcar de estos fósiles, pero no los había en tantas cantidades como en este barranco, además con tamaños importantes. Yo sinceramente estaba alucinando viendo esas formaciones calcáreas, tan características de los cañones que forman el transcurso del río Júcar. Además divisando una pequeña linea de lignito entre la piedra caliza, con su color negro.
¿Lignito?.


Que voy a decir un sitio con encanto. Subiendo por el barranco me enseño una dolina de gran tamaño y profundidad, excavada en la piedra caliza y con una circunferencia casi perfecta, cosas que nos da la tierra con el paso de millones de años.
Dolina.

Como no teniamos mucho tiempo, nos dimos la vuelta de camino al coche, sin antes escuchar el típico canto del Búho Real, posiblemente estuviéramos cerca de su posadero, ya que vimos diversas egagrópilas y huesos en una zona propicia para ellos, con una pared donde había diversas cavidades, que a saber sin en alguna estaba el posado. Alucinante como llegaba la noche y su canto cada vez era mas continuo.
Egagrópilas de Búho real (Bubo bubo)

Y así termina esta andanza, agradeciendo a Guillermo que me enseñara este lugar y esperando que llegue ya la primavera para volver.

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